Primero yo, para poder con todo

Porque cuidarte no es egoísmo… es la única manera real de poder con todo lo demás.

En cada vuelo, antes de despegar, nos dicen lo mismo:

“Póngase su máscara de oxígeno primero antes de asistir a otros”.

Parece un simple protocolo de seguridad, pero la verdad es que es un recordatorio brutalmente honesto de cómo deberíamos vivir. Porque si no te pones la máscara primero, no ayudas a nadie… y si no te cuidas tú, tampoco.

El problema es que muchos hemos aprendido a dejarnos para lo último.

Corremos para responder, ayudar y resolver, mientras nuestra propia energía se va drenando sin que nadie lo note. Y cuando, por fin, tenemos un momento de silencio, siempre aparece alguien que lo confunde con disponibilidad.

Estar callao no es lo mismo que estar libre.

El silencio no es ausencia de actividad; es muchas veces el lugar donde se toman las decisiones importantes, donde procesamos, creamos o simplemente recuperamos aire. Pero vivimos en una cultura que confunde ruido con productividad, y eso nos roba espacios que deberían ser intocables.

A eso súmale la presión de “actuar como si no pasara nada”.

Esa sonrisa automática, ese “todo bien” que soltamos, aunque por dentro estemos al límite. Es una farsa que pesa más de lo que creemos. No se trata de buscar pena ni de convertir cada momento en una catarsis, pero sí de reconocer que hablar, aunque sea en voz baja, aunque sea para nosotros mismos,  es una forma real de soltar carga y proteger nuestra salud mental.

Y aquí entra algo que a veces olvidamos:

no tenemos que pelear solos contra el mundo.

La vida no es una competencia para ver quién aguanta más sin pedir ayuda. Es un camino que se recorre mejor acompañado. Apoyarse en otros no es señal de debilidad; es señal de que entiendes que el desgaste no es medalla de honor.

Y, por último, algo que debería estar tatuado en la mente:

el descanso no es un premio.

Nadie más tiene autoridad para decidir si te lo mereces. El cansancio no se mide con métricas externas; es algo que solo tú puedes sentir. Puede ser físico, mental o ambas cosas, y no necesitas justificarlo para detenerte.

Así que sí:

ponte la máscara primero.

Defiende tus silencios.

Suelta lo que te pesa.

Acepta ayuda cuando la necesites.

Y toma el descanso que tu cuerpo y tu mente te piden, sin esperar permiso de nadie.

Porque cuidarte no es egoísmo… es la única manera real de poder con todo lo demás.

No eres una máquina.

Si no te pones primero la máscara, te quedas sin aire.
Protege tu silencio, suelta lo que pesa, pide ayuda y descansa sin pedir permiso.


Cuidarte no es egoísmo… es estrategia.

Héctor
Psicólogo, introvertido, y defensor del descanso sin permiso

Next
Next

No gastes tu mejor energía en estupideces