Protege tu energía como si fuera oro
Tu energía no es para todo el mundo ni para todo.
¿Has sentido ese bajón de energía que llega sin aviso, como si te hubieran desconectado? No es magia negra ni falta de café. Muchas veces, la razón está en esos “sí” automáticos que decimos por no quedar mal.
…Sí a la reunión que no necesitaba pasar hoy.
…Sí al favor que interrumpe tu noche.
…Sí al plan improvisado cuando lo único que quieres es silencio.
Cada “sí” mal dado es como un jalón a tu batería, y créeme, al final del día esa fuga te deja seco.
Decir NO no debería ser tan difícil, pero nos da miedo quedar mal o que piensen que no estamos “disponible”. La realidad es que, cuando dices que no, no solo te proteges a ti: también das una respuesta honesta a los demás. No se trata de ser grosero, sino de ser claro, de ser asertivo. Un simple “Hoy no puedo, lo vemos mañana” vale más que quedarte con cara de zombie en una videollamada innecesaria.
Un NO sincero recarga más que cualquier café doble, y encima no te quita sueño.
Pero hay algo más: no se trata únicamente de lo que le dices a los demás, sino de lo que te permites a ti mismo. Mira tu agenda. Ese bloque que ves libre no es “libre”, es el primero que otros van a ocupar si lo dejas vacío. Y cuando te das cuenta, lo que era tu rato de descanso terminó convertido en otra reunión, otra llamada, otro desmadre que no tenías planificado.
¿Sabes cuál es el truco?
Agendarte a ti mismo.
Invéntate un nombre: “Proyecto Interno”, “Meeting Privado” o lo que se te ocurra. El título no importa, lo importante es que protejas esa hora como si fuera sagrada. Porque nadie te va a regalar de su tiempo, pero todos están dispuestos a gastar el tuyo si tú no lo cuidas.
Y aquí entra otro ladrón de energía del que nadie habla: el ruido.
El ruido de fondo, de chats, de motores, de todo lo que suena sin parar. Lo normalizamos tanto que no nos damos cuenta de cómo nos desgasta. Es como una gota cayendo en tu cabeza todo el día: no duele, pero después de horas, te deja agotado.
No subestimes el poder del silencio.
Unos audífonos con noise-cancel, una playlist que te relaje o simplemente mutear ese chat del barrio que suena 30 veces al día, puede ser la diferencia entre terminar tu día con calma o llegar a casa “por el techo”. No es asocial, es higiene mental.
Y ya que hablamos de decisiones, aquí va una muy importante:
Tu energía no es para todo el mundo ni para todo.
…No toda invitación merece tu presencia.
…No todos los chats merecen respuesta inmediata.
…No todos los planes merecen tu tiempo.
Hazte estas preguntas cada vez que dudes: ¿Esto me suma o me quita energía? ¿Lo haría si no sintiera presión? ¿De verdad quiero estar ahí? Si las respuestas son más NO que SÍ, la decisión ya está tomada: suéltalo sin culpa. Porque, ¿de qué sirve estar en todo si llegas vacío a lo que sí importa?
La vida no es una competencia para ver quién aguanta más. Es una serie de decisiones sobre dónde poner tu energía. Y si empiezas a elegir con intención, aprendiendo a decir no, reservando tu tiempo, reduciendo el ruido y filtrando lo que no te aporta, vas a notar algo poderoso: tu batería dura más, tu mente está más clara y tú empiezas a sentirte dueño de tu día.
No lo olvides:
Tu energía es tu recurso más valioso.
Cuídala como si fuera oro, porque cuando la gastas en lo que no importa, nadie te la devuelve.
Héctor
Psicólogo, introvertido, y defensor del descanso sin permiso